Las personas mayores y sus mascotas
Nunca me había planteado el tema que traigo hoy. ¿Qué pasa con las mascotas de las personas mayores que van a una residencia porque ya no pueden valerse por sí mismas? Pensé que algún familiar o amigo se haría cargo del animal.
María tuvo que ingresar en una residencia de ancianos después de un accidente casero. No pudo llevar con ella a su gata Mía, el único ser vivo que había permanecido a su lado las dos últimas décadas pero sus hijos le prometieron que buscarían una buena adoptante. Cuál sería la sorpresa de María que una tarde viendo un programa en la televisión sobre animales abandonados reconoció en una de las jaulas a su adorada y esquelética gata. Rogó a la dirección que le dejasen llevar a Mía a la residencia pero no lo consiguió. Desde aquel día, María ya no es la misma, ha perdido ocho kilos y la alegría de vivir.
Pablo vendió su casa para saldar las deudas de sus hijos por lo que se fue a la residencia. La única condición que puso fue que su pastor alemán Chico estuviera bien atendido por sus nietos. No quisieron ocuparse de él y la residencia se negó a admitirlo. Actualmente, Chico está en una perrera y tiene fecha para ser sacrificado, pero no será necesario pues desde hace dos meses apenas come ni se mueve. Chico pasa todo el tiempo mirando hacia la puerta para ver si llega a Pablo.
Estos son solo dos ejemplos de lo que ocurre en nuestros días con los ancianos y sus mascotas. Cada vez más los albergues y perreras recogen perros de gente que se tiene que ir a la residencia. Diversos estudios realizados en residencias americanas (llevados a cabo por Stryler-Gordon, Beall y Anderson), demuestran que los beneficios que causan la convivencia en las residencias con animales son mayores que los riesgos que estos puedan causar. Los residentes que conviven con sus animales mejoran su salud, tienen más apetito, caminan más, duermen mejor e incluso aumenta su socialización. Podemos afirmar que la convivencia de las personas mayores con los animales incrementa su bienestar y su calidad de vida.
Según ADDA (Asociación Defensa Derecho Animal) sobre residencias de ancianos que admiten animales en España, ningún centro geriátrico público los acepta y solo se han encontrado tres centros privados que permiten la convivencia. En cambio, las residencias europeas son muy permisivas en este sentido. Ya sabemos que Europa con respecto al trato (pueden entrar en bares, subir al autobús, entrar en tiendas) que tienen las personas con los animales no llevan años luz.
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¿Deberían las residencias permitir la convivencia de los ancianos con sus mascotas?
Kisses,
Olalla