La sorprendente historia de Maisy
Siempre estamos pendientes de que nuestro perro, no coja nada del suelo. No solo en la calle nuestros perros se comen las servilletas, güitos u otras cosas que la gente tira. También, en casa hay que estar atentos pues si se te cae un calcetín, un papel… se lo comen o destrozan en un pispás. Kitty ha destrozado un montón de peluches, ha roto pelotas y papel que se cae, papel que queda hecho añicos. Varias veces hemos tenido que ir corriendo al veterinario pues se había comido un güito de aceituna y tenía dolores de tripa.
También, la dueña de Maisy, una perra de raza san bernardo de ocho años, tuvieron que acudir al veterinario. Como la mayoría de los perros de su raza, Maisy es una mascota familiar, tranquila, amorosa y muy amiga de los niños.
Jane Dickinson, la dueña de Maisy, se preocupó cuando esta se negó a comer como lo hacía normalmente. Así que Jane, la llevó al veterinario. Tras realizarle varias pruebas, la radiografía reveló que Maisy tenía una gran masa cerca de su bazo por lo que el veterinario pensó que tuviera un tumor canceroso.

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La idea principal del veterinario, Nick Blackburn, era extirpar el bazo.Sin embargo, durante la operación se encontró con algo sorprendente, el estómago de Maisy estaba lleno de ositos de peluche y otros juguetes. Al final, Maisy no tenía cáncer después de todo. Después de quitar todos los objetos que estaban en su estómago, volvió a ser una perra feliz y juguetona.
Los juguetes eran de los dos chihuahuas que comparten su hogar con Maisy. Por lo general, le gusta robar los juguetes para jugar pero nunca la había visto comérselos.